Debo confesar que, desde hace ya algún tiempo, siento bastante preocupación por la cuestión energética en España, sobre todo en lo relativo al papel jugado por las denominadas energías limpias, las cuales, por muchas razones y por puro sentido común, deberían jugar un papel cada vez más destacado en la producción y el consumo. A menudo me he preguntado por qué motivos la energía solar, en particular, no se ha desarrollado mucho más en nuestro país, cuyas condiciones meteorológicas son especialmente idóneas para aprovecharla a una escala infinitamente mayor que en el presente, en el que apenas representa un 2% de la energía eléctrica total producida. Para responder adecuadamente a ésta y otras preguntas, me he ocupado de reunir y estudiar cierta documentación que me ayudase un poco a entender el panorama actual de la producción eléctrica en España, cuestión ésta bastante más compleja de lo que en un principio cabría esperar.
En concreto, me ha ayudado mucho el documento ENTIENDE EL MERCADO ELÉCTRICO, informe elaborado por dos estudiosos del tema, Cristóbal Gallego y Marta Victoria, quienes además han tenido la amabilidad de responderme personalmente a ciertas dudas que me han surgido sobre el asunto. Mi sincero agradecimiento a ambos. Este documento está disponible en la página http://observatoriocriticodelaenergia.org. También he recurrido a ciertos artículos publicados recientemente en la prensa económica por diferentes expertos en la materia. El resultado de esta modesta labor de investigación es el artículo que expongo a continuación. Pienso que, de igual manera que la documentación manejada me ha ayudado a aclarar mis ideas, mi trabajo podría contribuir también a despejar incógnitas al lector de este blog. Se trata, en cualquier caso, de una aproximación pensada para el hombre o la mujer de la calle, y pido perdón de antemano por los posibles errores o imprecisiones que pudiera contener. Para no hacer su lectura demasiado pesada, la he dividido en dos partes (la segunda saldrá publicada con uno o dos días de diferencia).
Desde 2007 funciona en nuestro país el denominado Mercado Ibérico de la Electricidad, resultado de la unión del mercado español con el portugués. Hasta 1997 se operaba dentro de lo que se conocía como Marco Legal Estable, caracterizado por una intervención clara del Estado, y a partir de ese momento se inició un periodo transitorio, que duraría hasta 2009, con el objetivo final de llegar a un mercado plenamente «liberalizado» para los consumidores (la producción se liberalizó por completo en 1998), pero que en la realidad es sumamente complejo en lo referente a la fijación de precios. Las tarifas que pagamos los consumidores finales se componen, más o menos al 50%, de una componente «libre» de mercado y otra componente regulada, en cada una de las cuales se integran diversos conceptos, como luego iremos viendo. Además, la peculiar política seguida por los sucesivos gobiernos, desde Aznar y pasando por los de Rodríguez Zapatero, ha dado lugar a una enorme anomalía llamada «déficit tarifario», que se explicará más abajo y que a finales de 2011 superaba ya los 24.000 millones de €.
Tras un análisis mínimamente detallado del funcionamiento del mercado eléctrico en España, se puede llegar a las siguientes conclusiones.
(1) El supuestamente «liberalizado» mercado eléctrico español ha venido a oscurecer y complicar extraordinariamente la determinación del precio real de la electricidad, al utilizarse un artificioso y complejo mecanismo tarifario.
* La componente libre de mercado de la tarifa, que es la retribución a generadoras y comercializadoras surge de un mercado fuertemente oligopólico (dominado por unas pocas y poderosas empresas) y además verticalmente integrado; quiere esto decir que muy a menudo las generadoras de energía (las que venden) y las comercializadoras (las que compran) son en realidad la misma compañía: IBERDROLA, GAS NATURAL FENOSA, ENDESA, HC ENERGIA Y EON ESPAÑA.
* Por su parte, la componente regulada (fijada por el Gobierno) de la tarifa cubre:
a) los costes reconocidos por el Estado a las actividades de transporte (a cargo de Red Eléctrica de España, REE) y distribución;
b) las primas a las energías renovables, la moratoria nuclear y la subvención al carbón nacional, además de otros conceptos, que como vemos corren básicamente a cargo de los consumidores finales (esto es importante recordarlo).
(2) Dentro de la componente libre de mercado de la tarifa eléctrica, aproximadamente un 12% de la misma viene determinado por las conocidas como subastas CESUR. Estas constituyen un mercado particularmente cerrado y opaco, y por tanto susceptible de ser manipulado. Consisten en subastas trimestrales en las que las llamadas comercializadoras de último recurso (CUR) adquieren electricidad a las generadoras para, a su vez, asegurar la venta de electricidad a los consumidores finales a una tarifa fija (tarifa de último recurso, TUR), que no esté sujeta a las fluctuaciones del mercado. Lo que ocurre es que en estas subastas intervienen los bancos, a modo de intermediarios, los cuales, como asumen un cierto riesgo, derivado de posibles fluctuaciones hacia arriba del precio real al que compran, venden a un precio tal que les supone en la práctica un beneficio significativo para ellos mismos. En otras palabras, siempre hay un considerable exceso de precio entre el fijado en la subasta y el real que se paga en el mercado mayorista, diferencia que corre a cargo de los consumidores, que en este caso somos más de 20 millones (la inmensa mayoría somos consumidores de último recurso). ¿Qué tal suena el «invento»?
(3) Además, en la llamada componente regulada de la tarifa eléctrica (el otro 50% que abonamos) figuran los denominados Costes de Transición a la Competencia (CTC’s), que suponen un 7% de la misma. Estos CTC’s, autorizados y regulados por el gobierno, han supuesto para las generadoreas unos beneficios extras, dado que el precio de la electricidad en el mercado mayorista ha sido normalmente mayor que el previsto, contrariamente a lo que se esperaba (¡qué casualidad!). Estos costes se pueden cuantificar en unos 4.000 millones de euros, que en justicia habría que descontar del montante del déficit tarifario (del que hablaremos en el punto 5).
(4) Hay otros factores que distorsionan la formación de precios de la energía eléctrica. Por ejemplo, en los mercados diarios se puede dar el caso de que una central generadora venda energía a un precio determinado para luego, en otra sesión de la misma jornada (para cada día hay un mercado diario y 6 más intradiarios o de ajuste) la misma generadora la recompra a un precio más barato, ¡sin haber entregado físicamente un solo kilowatio a la red! La propia CNE (Comisión Nacional de la Energía) ha denunciado casos de manipulación del precio y del mercado.
(5) Hablemos ahora del déficit tarifario, tema que ahora está especialmente en boga. Desde que comenzó el proceso de liberalización del mercado eléctrico en 1997, y con el fin de no trasladar a los consumidores finales todo el impacto inflacionista del precio real de la energía, las tarifas finales (las que pagamos los usuarios en factura) se han mantenido artificialmente por debajo de la evolución del coste «reconocido» por parte de las compañías generadoras y comercializadoras. Esta circunstancia, aplicada desde el primer momento y sin interrupción por todos los gobiernos sucesivos, se ha transformado en un auténtico monstruo, valorado a finales de 2011 en 24.000 millones de €, importe al que asciende la deuda del Estado con las compañías eléctricas, y que éstas no están dispuestas en modo alguno a renunciar a cobrar. Como dato curioso, diremos que más o menos la mitad de este montante se ha titulizado (se ha convertido en bonos), por parte de las propias eléctricas, y se ha colocado en los mercados, compitiendo con el Tesoro Público en la colocación de la deuda soberana.
Sin entrar a discutir la autenticidad de las cifras del déficit tarifario, de naturaleza bastante opaca, mencionaré que ello no ha impedido en absoluto a las empresas eléctricas lograr altas tasas de rentabilidad, figurando entre las empresas más solventes y de mayor patrimonio del país.
De momento, nos quedaremos aquí. En uno o dos días, me comprometo a publicar la segunda parte de este trabajo, en el que abordaré cuestiones tan relevantes como las primas a las energías renovables (6), el papel jugado por las centrales nucleares (7), y el frenazo al desarrollo de la energía solar (8). Pido disculpas por la extensión de este artículo, pero creo que, si se quiere profundizar mínimamente en esta problemática tan importante para el desarrollo de nuestro país, no hay más remedio que alargarse un poco. Merece la pena.
Muchas gracias y hasta muy pronto.