Junto a todos los dolorosos recortes presupuestarios que mencionaba en el último párrafo de mi artículo anterior, el Gobierno de Rajoy ha actuado de acuerdo con un sesgo ideológico conservador muy marcado. La reforma laboral, elaborada a deseo y medida de los representantes del empresariado, ha sido una auténtica apisonadora de derechos de los trabajadores, y se ha convertido de hecho en una máquina de ejecutar despidos. Tampoco ha conseguido modificar la tendencia de sustituir empleo fijo y estable por trabajo precario y de pésima calidad, en contra de las múltiples declaraciones de buenas intenciones de la ministra Báñez. Por su parte, la tristemente famosa ley Wert sobre educación, lejos de procurar la deseable mejora de la calidad educativa para todo el sistema, en realidad ha supuesto un espaldarazo a la educación en centros privados y concertados, la mayoría de ellos de confesión católica, satisfaciendo así fielmente las viejas reivindicaciones de la Conferencia Episcopal Española. Resulta llamativo que ahora, en 2014 y tras más de 35 años de democracia y «supuesta» laicidad del Estado, la Iglesia vuelva a ejercer una influencia significativa sobre la educación de nuestros niños/as y adolescentes. El ministro de Justicia, Gallardón, se esfuerza en sacar adelante una ley regresiva sobre el aborto, que merma derechos y libertades básicas de las mujeres. En lo que atañe a política informativa, quiero recordar aquí la toma de control de RTVE en los primeros meses de 2011, la cual terminó con una etapa especialmente brillante de los servicios informativos del Ente público, caracterizada por su objetividad, honestidad y rigor periodístico. No olvidemos tampoco el pésimo trato dado por el Gobierno a los centros de investigación científica dependientes del presupuesto público, algunos de los cuales no han tenido más remedio que cerrar sus puertas, mientras que otros se han visto abocados a despedir a muchos investigadores. Podríamos seguir un buen rato repasando otras medidas impopulares y ampliamente contestadas por la sociedad, como la elevación del tipo de IVA al máximo (21%) en espectáculos, el proyecto de «ley-mordaza» del ministro del Interior, Jorge Fdez. Díaz, para castigar y reprimir las manifestaciones y protestas ciudadanas, etc.
Si todo lo anteriormente expuesto lo aderezamos con el altísimo nivel de corrupción imperante, ante el que el poder judicial no puede -o no quiere- resolver nada de un modo rápido, ejemplar y satisfactorio, se dibuja un panorama francamente deprimente y desalentador, desde el punto de vista de los sufridos ciudadanos.
Desde el Gobierno y otras instituciones, e incluso grandes empresas afines, están empeñados en convencernos de que sus medidas empiezan a fructificar y de que son ya muy patentes las señales positivas de crecimiento de nuestra economía. Yo me muestro bastante escéptico al respecto, o cuando menos muy cauto. Es posible que nuestro PIB, por fin, haya dejado de caer y empiece a experimentar pequeños crecimientos intertrimestrales, pero de ahí a hablar ya de una clara recuperación y de una evolución positiva y rotunda del empleo todavía existe mucho recorrido.
VOTO ACTIVO Y POSITIVO
La cita electoral del próximo 25 de mayo supone una magnífica oportunidad para examinar el conjunto de medidas adoptadas por el Gobierno del PP. Sería un grave error no aprovechar esta ocasión para expresar a Mariano Rajoy, lo más alto y claro posible, nuestro firme rechazo a toda su actuación, neoliberal en lo económico y neofranquista en lo político. En una democracia tan poco participativa como ésta, dejar de ir a votar es algo que no nos podemos permitir, si nos queda algo de conciencia ciudadana. La abstención, e incluso el voto en blanco, no es en absoluto recomendable, porque ello no va a impedir que los varios millones de «fieles» que siguen al Partido Popular, contra viento y marea, les sigan prestando su voto y otorgando su confianza.
Se puede alegar que no hay otras opciones políticas válidas que merezcan la pena. Son muchos los que reniegan del bipartidismo imperante a lo largo de estas últimas décadas, e incluso es frecuente oir eso tan manido de que PP = PSOE. Sobre esta última afirmación, debo decir con toda rotundidad que tal idea ni es justa ni responde a la realidad, si bien quiero aclarar que no voy a realizar aquí propaganda a favor de ningún partido en concreto, no sea que luego alguien me acuse de hacer proselitismo de uno u otro tipo. Lo que sí deseo resaltar es que existen también otras opciones, y no me refiero tan sólo a UPyD o IU, que han ido cogiendo peso en estos últimos años. Entre todo el abanico de formaciones políticas que acostumbran a presentarse a los comicios, hay muchas que nos son desconocidas pero que pueden ser perfectamente legítimas y respetables. Nuestro deber como ciudadanos con capacidad para ejercer el derecho al voto es explorar todas las opciones que se nos presentan , y elegir aquella que se adecúe mejor a nuestras ideas y aspiraciones, aunque se trate en principio de formaciones minoritarias. Podríamos objetar la llamada teoría del voto útil, lo sé, pero también es cierto que tenemos en España un sistema electoral profundamente injusto, en el que los votos no cuentan lo mismo (depende de a quiénes se vote y desde qué circunscripción electoral se haga), y que habría que cambiar de forma urgente.
Ya termino. Mi única aspiración es que se vote de forma positiva y en conciencia, y que nunca se contemple la opción de quedarse en casa y hacer dejación de nuestro principal derecho en democracia. La pereza, el desánimo, el desencanto o el pasotismo no van a resolver ninguno de nuestros problemas. Eso es seguro.