UN «WESTERN» NOTABLE

Ya en su día (24.04.11) dediqué un artículo a uno de mis géneros cinematográficos predilectos (ELOGIO DEL «WESTERN»). Cuando lo escribí, no había tenido la oportunidad de ver todavía (¡descuido imperdonable en alguien que pretende pasar por cinéfilo!) una película bastante destacada: «Hasta que llegó su hora» (el título original es Once upon a time in the West).

Se trata del último film del Oeste realizado por el cineasta italiano Sergio Leone y, por tanto, podríamos encuadrarlo en el subgénero de Spaguetti-western, si bien en este caso se rodó parcialmente en Estados Unidos, a diferencia de sus películas precedentes, que como se sabe tuvieron como únicos escenarios el desierto de Almería y otros parajes españoles.

No voy a decir que se trate de una obra maestra, porque quizá exageraría, pero sí que se puede calificar como una buena película, muy digna de verse. Está bien dirigida, narra una historia interesante, cuenta con actores de primera fila, está filmada en magníficos escenarios naturales (Monument Valley, Arizona, y también de nuevo en el desierto almeriense de Tabernas), abundan las escenas ferroviarias (¡soy un enamorado de los trenes!) y la banda sonora está firmada, como de costumbre, por Ennio Morricone.  En esta ocasión, Leone no contó con la presencia de Clint Eastwood (que se había hecho famoso con él) ni del imponente Lee Van Cleef, pero en cambio aparecen Charles Bronson, Claudia Cardinale, Jason Robards……y Henry Fonda, desempeñando éste último un papel ciertamente atípico dentro de su amplísima filmografía, pues da vida aquí a un perfecto villano, frío como el hielo y carente por completo de escrúpulos. Pese a ello, representa su papel de una manera tan soberbia, que para mí es el atractivo número uno de la película.

En efecto, Henry Fonda, que siempre se había caracterizado (y lo seguiría haciendo) por desempeñar generalmente papeles de hombre bueno, íntegro, con principios o, al menos, con sentimientos, se mete aquí en la piel de un pistolero (a sueldo del ferrocarril transcontinental que se está construyendo en esa parte del territorio) glacial, enigmático, casi imperturbable y que no tiene el menor reparo en eliminar a cualquiera que le estorbe, incluidos un niño de 7 años al que dispara sin dudarlo en una de las primeras escenas y el propio director del ferrocarril que le paga por sus «servicios», pero que se va horrorizando gradualmente por los métodos empleados. La esbelta figura de Fonda, su indumentaria oscura e inquietante, su elegancia de movimientos (reconocida por todos los especialistas en cine clásico), su rostro impasible y, sobre todo, sus fascinantes ojos azules, convierten al personaje interpretado por él en un verdadero arquetipo de maldad que, no obstante, subyuga al espectador.

En mi anterior artículo ya hacía mención al papel fundamental jugado por los villanos en las películas del Oeste. Sin ellos, ciertamente, no habría historias ni películas. En ocasiones, la personalidad del villano es tan fuerte y, justo hay que reconocerlo, tan atractiva, que llega a eclipsar al héroe de turno. Pues bien, en el caso de «Hasta que llegó su hora», esta aparente paradoja se cumple en su plenitud. Y es que Henry Fonda era un actor extraordinario, versátil y polifacético como pocos, que ha dejado una huella profunda en la historia del cine. De veras que merece la pena ver la película aunque sólo sea por ver su magistral actuación.

Sergio Leone saca buen provecho tanto de Fonda como de todos los demás actores protagonistas y, fiel a su peculiar estilo, obtiene numerosos primeros planos (primerísimos, diría yo) de sus caras, con los que intenta reflejar toda la tensión psicológica de los personajes en los momentos clave de la historia. Como hemos dicho ya, aparte de Charles Bronson y Jason Robards, aparece también Claudia Cardinale, con toda la espléndida belleza que exhibía por aquellos años (1968). Aunque no destaca especialmente por su interpretación, pues en mi opinión no se saca partido de todos sus recursos y matices como actriz, se agradece no obstante su presencia, regalando nuestros sentidos con su gran hermosura y equilibrando un poco el exceso de «masculinidad» del resto del reparto. En cuanto a Charles Bronson, diremos que interpreta a un hombre misterioso, impenetrable, monolítico, casi pétreo, conocido sólo por el sobrenombre de Armónica (por el instrumento que hace sonar) y que busca, lenta pero inexorablemente, venganza por una tragedia personal sufrida muchos años atrás.

                                            

2 responses to this post.

  1. Posted by Pedro Ignacio Riarán Frías on 30 May, 2013 at 14:00

    Fernando se nota que eres un aficionado al género más americano, yo personalmente el spaguetti western lo desconozco bastante y el ejemplo que aquí expones es la película más ‘pretenciosa’ de Leone dentro de los parámetros del género. Gran reparto, música espectacular, trenes, malos malísimos, venganza…..pero ay, el tempo es demasiado moroso, se toma las cosas con demasiada tranquilidad, muchos primeros planos, mucha música, para contarnos una historia que tampoco tiene tanta historia. Pero por tu texto aquí expuesto te juro, que la volveré a visionar.

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    • Bueno, no se trata de una obra maestra, pero sí que la considero una buena contribución al género del western, desde una óptica o un modo de hacer distinto a lo usual. La proliferación de primeros planos, tan característica de Sergio Leone, puede resultar un tanto lenta y reiterativa, aunque sirve para destacar bien la gran tensión de los momentos clave. En esta película en concreto, lo mejor sin duda es la interpretación de Henry Fonda.

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