EL DEBATE A CUATRO DE LA NOCHE DEL 7 D

Otra imagen debate electoral 07.12.15

Reproduzco a continuación, con pocas variaciones, mi comentario personal subido al video-blog de Iñaki Gabilondo el día 08.12.15, en relación con el debate organizado por Atresmedia en la noche del día anterior:

En mi opinión, el debate de ayer tuvo un enorme interés, generó una expectación  fuera de lo común, y seguramente contribuyó en gran medida a clarificar las posiciones y propuestas políticas de los distintos participantes. Me agradó el formato, ágil, abierto y flexible, sin trampa ni cartón, y debo elogiar la excelente labor de los dos periodistas conductores del programa, Vicente Vallés y Ana Pastor, que contribuyeron a marcar un antes y un después en este tipo de debates pre-electorales. Por poner algún que otro pero, eché de menos a otros líderes, singularmente a Alberto Garzón (IU), un político honesto y coherente a quien considero muy válido. Y también me disgustó que no se tratase para nada el gran problema del medio ambiente y el cambio climático, uno de los grandes temas ausentes ayer noche (otra importante cuestión eludida fue la presión inmigratoria).

Lo más chocante (y yo diría que delirante) en la organización del debate fue sin duda alguna la negativa de Mariano Rajoy a asistir al mismo y medirse de igual a igual con los líderes del PSOE, Podemos y Ciudadanos. Ya hizo lo mismo en el debate convocado una semana antes por el diario El País, y retransmitido en directo por la web. Estas clamorosas ausencias pasarán factura con toda seguridad al ahora presidente del Gobierno, quien en esta ocasión ha preferido «delegar» en su vicepresidenta, Soraya Sáenz de Santamaría. En cualquier caso, se trata de un hecho insólito y que dice muy poco en favor del coraje personal del señor Rajoy.

Pasando ya al desarrollo del debate, en mi opinión ganaron a los puntos los líderes de los dos partidos llamados emergentes (Podemos y Ciudadanos), que estuvieron más brillantes y captaron más la atención del espectador. Y a mi modo de ver, destacó sobre todos Pablo Iglesias (Podemos), quien acudió al evento más y mejor armado de argumentos sólidos y fue el más incisivo a la hora de señalar los problemas económicos y sociales causados por la política neoliberal seguida hasta el momento. Sus críticas fueron demoledoras y no admitieron réplicas de fondo. En cuanto a Albert Rivera (Ciudadanos), demostró una vez más lo que ya sabemos de él, que es un orador hábil, que sabe exponer con brillantez sus puntos de vista y que no vacila en lanzar cargas de profundidad a ambos lados, en especial al PP y al PSOE. Personalmente, no puedo estar de acuerdo con él a la hora de enjuiciar a los dos grandes partidos tradicionales como la misma cosa, o como las dos caras de la misma moneda. Me parece un argumento facilón y bastante alejado de la realidad, que merece un análisis más profundo y maduro. También veo a Rivera un tanto crecidito y arrollador, como si no tuviese ninguna duda en verse a sí mismo ganador.

En cuanto a Pedro Sánchez (PSOE), aunque es un político a estimar y valorar, con buenas intenciones  y aptitudes personales y una imagen impecable, lo veo demasiado acorralado entre Podemos y Ciudadanos, razón por la cual le está resultando muy difícil abrirse paso entre ambas fuerzas emergentes, situadas ambas respectivamente a su izquierda y a su derecha. Y ello no es por su culpa, sino por la de su propio partido, que sufrió una enorme pérdida de credibilidad en la segunda legislatura de Zapatero, y me temo que no se ha recuperado aún de aquella debacle. Me temo que esta formación deberá resolver todavía profundas contradicciones internas, así como una crisis permanente de liderazgo, motivada por la escasa lealtad demostrada continuamente por la líder andaluza Susana Díaz hacia su Secretario General.

Queda finalmente Soraya Sáenz de Santamaría (PP). La actual vicepresidenta del Gobierno defendió como pudo su posición y mantuvo una cierta dignidad, si bien más en las formas que en el fondo. Para defender sus tesis, se aferró a una serie de clichés bien aprendidos, como aquello de que «ahora España crece» (un crecimiento que aún no es sólido, que ha tardado en exceso en empezar a producirse, y que ha ido acompañado de un peligroso aumento de la deuda pública, entre otras cosas negativas que se soslayan) «y crea empleo» (un empleo absolutamente precario, temporal y de pésima calidad, en cualquier caso), y se vio incapaz de defender la posición de su partido en el gravísimo tema de la corrupción. Y es que, reconozcámoslo, es imposible defender lo indefendible, cuando todas las evidencias van clamorosamente en tu contra. También se vio acorralada cuando se trató, por ejemplo, la cuestión educativa. ¿Quién puede hablar a favor de la reforma llevada a cabo por el ex-ministro Wert, que ha conseguido poner en su contra a TODA la comunidad educativa española? Un plan educativo condenado a desparecer desde el mismo momento de su implantación.

En resumen, un debate de altura (algo casi insólito en los últimos tiempos, caracterizados casi siempre por la mediocridad y el detestable «y tú más») y que marca sin duda nuevas formas de hacer y dar a conocer política en España. Ahora, que cada cual analice todo cuanto ayer se dijo y medite bien su voto.

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